LOS MÁS GRANDES              

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    Kurt Albert

 

Kurt Albert nació en 1954 en Nüremberg, y comenzó a escalar a los catorce años en la zona alemana de Frankenjura. Pronto evolucionó hacia las vías alpinas clásicas, realizando el Espolón Walker de les Grandes Jorasses o la norte del Eiger, así como muchas de las vías clásicas en Dolomitas. Al mismo tiempo, comenzaba a interesarse por la preparación física para la escalada en roca, por entonces encorsetada dentro de la tradición clásica. Un temprano viaje a Elbsandstein le abrió los ojos para lo que vendría.

 

Era una de las leyendas de la escalada , y entre otras cosas, el inventor de la idea del rotpunkt o "punto rojo", el encadenamiento de las vías sin ayuda artificial, lo que dio nacimiento a la escalada deportiva. Formó parte del grupo de punteros escaladores alemanes que revolucionaron la idea de este deporte, junto con Wolfgang Güllich, muerto en 1992 en accidente de tráfico.
Tras volver en 1973 de un viaje a Alemania del Este, en la zona de Elbsandstein, con una peculiar tradición en escalada, que prohibía colgarse de los seguros o apoyarse en ellos (además de ser precarios y escasos), Albert introdujo la idea del "punto rojo". En 1975 comenzó a pintar un pequeño punto rojo en las vías que se habían escalado en libre (utilizando la cuerda sólo como elemento de seguridad, y sólo la roca para progresar). La idea del "punto rojo", junto con el "on-sight" ("a vista" en castellano, subir por una vía sin ningún ensayo ni información previa) se extendió rápidamente por el mundo y la escalada deportiva, en la que ya sólo se buscaba la dificultad y no retos de valor, había nacido.

Albert deja abiertas vías de gran dificultad en todo el mundo en estilo libre. En las torres de Paine, en la Patagonia, dejó abierta "Riders on the storm, 7c/A2", junto con Bernd Arnold, y en el Fitz Roy "Royal Flush". Junto con Jerry Moffat llevó la idea de trasladar la filosofía de la escalada libre a las grandes paredes por gran parte del mundo. Ya en el nuevo milenio, se asoció con Stefan Glowacz para liberar vías en la isla de Baffin, teniendo que soportar porteos por algunos de los lugares más inhóspitos de la tierra durante 400 kilómetros. A estas alturas, su idea había calado desde California hasta España, y los hitos de grandes escaladores se sucedían.

 

 

Kurt Albert y Wolfgang Güllich

 

 

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